jueves, 31 de mayo de 2007

El salto del negro









En 2006 mi amiga escritora Rosa Galán y yo nos embarcamos en una labor creativa que casi se convirtió en un reto, al mismo tiempo que una gran satisfacción: compartir la autoría y, por tanto, el íntimo proceso que supone la creación literaria, en una obra conjunta firmada a dos manos.


En realidad, los acontecimientos siguieron su curso y cuando quisimos darnos cuenta estábamos metidas en el proyecto. Rosa y yo nos conocíamos hacía algún por nuestra implicación en CiÑe. Un día, en una de nuestras conversaciones, ella me habló de sus estudios de criminología y de las prácticas en distintos centros penitenciarios y surgió la idea de una posible novela que tuviera que ver con esos temas. Rosa no había publicado aún y en un primer momento pensamos que yo escribiría la novela y ella pondría a mi disposición los datos necesarios para desarrollar la trama (información sobre la vida en prisión, leyes, comportamientos delictivos...). Empecé a construir la historia de Tana, la protagonista de la novela, con una estructura muy clara dividida en cuatro líneas narrativas que abracan cuatro tiempos concretos de su vida. Una vez había escrito varios capítulos, el trabajo entre Rosa y yo se hizo tan fluido que, sin darnos cuenta, estábamos escribiendo capítulos por separado para luego ponerlos en común, luego construimos el "puzzle", las posteriores correcciones y, cuando quisimos darnos cuenta, habíamos escrito una novela juntas.

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